martes, 7 de agosto de 2007



Me alejo con pasos cortos y silenciosos del oscuro obelisco de la humanidad moderna, vuelvo la mirada y puedo ver como, ante las amenzas de los felices, me convierto en sal. Mis dedos, mi nariz se sienten tan únicos, tan libres en el trayecto de dejar de hacer para pasar a ser, a ser átomos de luz en cada partícula subdividida, un grano volando mientras un rayo de sol lo penetra y entonces un niño juega con él a ser astronauta. Mis intestinos y mis ojos también se dispersan en ese momento oscuro y rompen porfin su silencio maquiavélico, siento su libertad y la siento mía también a pesar de que ya soy con ellos, me abandonó mi propio ser y cada átomo ahora ajeno es un ente maravilloso que piensa y actúa por si mismo, y vuela y medita mientras comienza y se acaba a la vez. Ahora todo es celeste en una dimensión tan propia como yo misma, aunque aun pueda oir las voces alegres y humanas atrás, en la ciudad. Si me advirtieron de no voltear a mirar la alegría de los demás extraños fue talvez para no viajar ahora en este intenso voltear; voltear y mirar, y voltear otra vez, y dejar la sal que transcurra y se vuelva yo misma.


1 comentario:

  1. Anónimo2:25 a.m.

    Me encanta ,soy muy bruto para entender la poesia ,pero si repites este post en voz alta parece una oracion New Age.

    Bacan (y)

    =)

    ResponderBorrar

Gracias por comentar.