miércoles, 12 de agosto de 2009

A mis amigos



Los amo a todos, aunque no me amen. Muero por ustedes y por verlos felices, por matarnos de risa juntos escuchandolos reir y balbucear estupideces de lo que paso ayer o la semana pasada, cuando se sintieron heroes de lo ajeno, si, porque no hay que ser ladrones para robar, sino simplemente existir para si mismos: eso constituye una clase de robo, a mi parecer.
Los amo con locura y en demasia, y suspiro por sus vidas intranquilas que no me miran, que me alejan mientras continuan hablando y enloqueciendose a ustedes mismos. Es cuando mi ojo derecho se convierte en una abeja zumbadora que no quiero dejar de mirar nunca jamas porque amo a los animales, viviria y moriria para ellos, para dormir las horas obervandolos, convirtiendome en tunel, en bala, en fuego.
Pero a ustedes los amo mas, y se hace corto el tiempo y el espacio para gritarlo o para tallarlo en una piedra de esas occidentales que dizque te dicen tu vida y tu futuro. Me vuelvo sombra y abismo de luz para ustedes, para que tengan donde caer cuando cuando suben tan alto que no pueden verme, no pueden distinguirme, y yo agito las manos pidiendoles un grano de arena del vasto mar de sus celulas, y ustedes solo quieren un camino a la casa y dormir, y contar ovinos de una granja que odio tanto.