martes, 23 de abril de 2013

Un sueño.





Conduzco a 80 millas por hora. Voy camino a New York City. 90, 100. Malditas millas, en verdad no sé por qué existen, si basta y sobra con los kilómetros. Conduzco y miro el cielo azul y perplejo, mirándome con aburrimiento y sonrojo. El cielo sabe que lo miramos y eso lo vuelve terriblemente nervioso. La fotografía constante. No le presto importancia y lo sigo mirando, y puedo ver que las nubes amorfas empiezan a tornarse cada vez menos nítidas por la entrada de la noche. Ha sido una tarde sin puesta de sol.
Ya no puedo ir más lejos porque el carro se ha malogrado de forma intempestiva. Me bajo y camino. Y las calles están tan solas, como en las canciones de un cantante español.
Camino entonces con los pies de gato negro, temiendo espantar o ser espantada. Camino con todo el cuerpo tal vez concentrado en el asfalto, por eso mis ojos caminan, mi vientre, mis manos, mis senos caminan.
Veo un viejo tren de carga a lo lejos, lleno de pasajeros, sus vagones ya roídos por el tiempo y el oxígeno. El último vagón estalla de pronto ante mis ojos envolviendo el ambiente en amarillos, rojos, azules, violetas.
Y la gente muere con la vehemencia de un sueño, mueren por aplastamiento en los bagones mientras la sangre les brota de los ojos y oídos.
Parpadeo varias veces y una luz intensa me recuerda a tus ojos sin lentes de sol.
Despierto en la cama de un hospital casi vacío. Un hombre entra a mi habitación. Sin saber por qué, lo saludo:
- Buenas noches.
Él se me acerca como un niño. Me entrega algo.
- Ahora sí, duérmete.




domingo, 14 de abril de 2013

you should be stronger than me, fucking dear asshole :)


Ni siquiera yo me había dado cuenta de que esta es mi canción favorita de Amy Winehouse y no solo por el ritmo sino por lo que representa. La primera vez que la escuché fue un domingo, como este, en casa mientras sondeaba nueva música. Claro, ya había escuchado a Amy mucho antes pero nunca le había prestado atención a esta en particular. De pronto ese domingo se convirtió en mi favorita. Amy se la escribió a un novio que tuvo, quien era mayor que ella y estaba metido en el alcohol y las drogas, para variar, tal cual lo reproduce el vídeo de la canción. 
Oigan, todos pasamos por algo así alguna vez, verdad?

Cause I've forgotten all of young love's joy
feel like a lady and you my lady boy 


De hecho es muy común ver que en alguna época de nuestra vida se nos da el complejo de madre Teresa y queremos estar con ese chico, el peor de todos pensando que va a cambiar o que su adicción es temporal. Bueno, ya casi no me acuerdo de esa época, más bien esta canción me pone de muy buena gana. Me fascina el hecho de ver a Amy tan guapa y sana, e incluso burlándose de las adicciones de los demás.

You should be stronger than me 
But instead you're longer than frozen turkey 
Why'd you always put me in control? 
All I need is for my man to live up to his role"




"



sábado, 6 de abril de 2013

El lector famoso





Héctor López tenía la certeza de encontrarse frente al libro que cambiaría su vida, hecho que esperaba hace bastante tiempo y que había confundido ya cientos de veces con decenas de libros que terminaban, si no por decepcionarlo, por aburrirlo. Es perfecto, pensó fugazmente mientras acariciaba la contraportada de esa extensa novela francesa, le gustaba siempre tocar las contraportadas de los libros porque sentía que tocaba el culito de aquella mujer etérea que sólo existía en su lúgubre imaginación y que anhelaba cada noche. A esa alucinación femenina le había puesto nombre, a esa alucinación le llamaba Rita y es un tema que no tocaremos en esta oportunidad.

Encontró entonces ese libro perfecto que él presentía daría un rumbo distinto a sus monótonos días, de hecho no más comprarlo algo iba a cambiar esa misma tarde, por fin el mundo conocería a Héctor López, el gran Héctor López. López acababa de darse cuenta, en su desvarío de grandeza futura, que no tenía oficio, beneficio, logro, mérito alguno que lo haga destacar de entre la población. Vivía gracias a la renta de una pequeña  casa en su cuadra que había pertenecido en vida a sus padres y que ahora alquilaba a una pequeña familia a quienes no cobraba más de lo mínimo por solidaridad o caridad o tal vez por evitarse problemas. Eso sí, López leía cada tarde de tres a siete y luego veía una que otra telenovela o tal vez no veía nada en la tele, solo hacía zapping entre todos los canales, esa era su diversión.

Un día López va a la librería y ve un afiche que anunciaba un concurso: éste consistía en escribir una revisión sobre el nuevo libro de un famoso escritor francés, y el ganador quedaría impreso en la nueva edición del libro que haría una casa editorial con fines de apoyo los niños pobres. López no era usualmente el tipo de personas que se presenta a concursos pero, cuando se dio cuenta de que se trataba de su nuevo libro de culto, decidió hacerlo luego de pensárselo durante tres días con sus noches, y motivado por su viejo librillo “Metafísica para la vida diaria”.

Un mes después López no era López, era López el corregidor. Ni siquiera él supo cómo ni por qué se hizo tan famosa su revisión que no ganó pero quedó en mención honrosa y fue por ello publicada en la revista de literatura El buitre, junto con otra más. A partir de ello, los escritores locales pedían a López leer sus libros y criticarlos a modo de medida por si iban por el sendero de la literatura prudentemente huachafa de los dosmiles. ¿Y el escritor francés? A él nunca le importaron las críticas. López leía ahora por las tardes y también por las mañanas, haciendo pausas para ir a la panadería o para improvisarse un almuerzo de soltero maduro. Era famoso, ni dudarlo, ese era el cambio que le había prometido esa novelita francesa, esta vez no me equivoqué, ha funcionado, soy importante, pensaba antes de dormir, y luego dejaba que el sueño lo lleve al encuentro de su amiga cariñosa.

El final de esta historia es predecible. Un par de meses más y la apatía  de López le ganaron a sus ansias de fama. Ya no quiso recibir a ningún escritorcillo peliagudo y volvió a ensimismarse en la lectura. Todo fue a partir de que compró una novela de un escritor chileno venido a menos, y ya no quiso salir de su casa ni comprar el pan.