A veces el rosa lo veo plomo, y otras veces el violeta lo veo verde menta. Cuando giro la cabeza hacia la derecha no puedo distinguir colores, es entonces cuando pierdo el conocimiento y despierto siempre 3 horas después en la misma sala de espera con dos helechos de adorno y una ventana grande y psicóticamente limpia. Regreso a casa a pie para no darle gusto a los mareos y a las náuseas, que en caso de presentarlas, me levanto y camino rapidamente por toda la sala para calmarme. Se me ocurre voltear hacia mi cama y puedo ver los colores más bellos que jamás imaginarías, todos en blanco y negro. Tanta belleza me nubla, así que duermo y sueño con aquella sala de espera, pero en el sueño solo aparece un helecho sin fotocopia y la ventana sigue igual de limpia. Me bebo el agua que cae por debajo del helecho y me doy cuenta que no dormía. A través de la ventana puedo ver siluetas blanquinegras y luces totalmente blancas. Almenos eso parecen.
martes, 26 de mayo de 2009
martes, 12 de mayo de 2009
Caminan por las calles intentado cortar el pelo de los transeúntes distraídos, opacados y translúcidos. De los más distanciados de la realidad, de los más cercanos a su propia atmósfera cerebral. Cortan el pelo por puro placer y desdén, cortan el pelo por una tendencia lujuriosa de comer hamburguesas sucias, por arruinar el peinado de la gente también, y por pura convicción política. Solo sé que por dentro se sienten como perros enjaulados con grandes dientes o como perros flautistas sin flautas.
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