lunes, 8 de marzo de 2010

Un fragmento...




Un día cualquiera...
- Un, dos, tres.

- Se nos cae un guardabosques del bolsillo.

- De qué hablas Rocinante?

- Hablo de la edad de las colinas y de la belleza extraña de aquella chica fea. Me gustaría contarle los huequitos de la cara, quitarle esos lentes que ocultan una malformación ocular leve que le hace sentir más fea aún, que se libere como las colinas. Las colinas se transforman aunque no te des cuenta. Se les cae arena de la cima y se hacen más pequeñas, o el viento les agrega más cabello o cabeza, que para una colina vendría a ser lo mismo. Para una colina su cuerpo es todo igual por todas partes, a excepción de que las plantas se le amarran sin consentimiento y es entonces cuando la colina se siente a veces diferente, porque hay algo más allí, tal vez estorbando, o tal vez la colina no se percate. Con las dunas pasa lo mismo con la diferencia de ser más veloces, o tal vez la rebeldía. Las dunas son seres rebeldes: el viento las mueve de un lado a otro, hace y deshace sus picos más altos, pero ellas continuan, no se rinden, o mejor dicho, nunca toman en serio la intempestividad del viento, no quieren guerras, ellas solo se dejan llevar y eso las hace libres y promiscuas.
Pero esa chica fea no es ni como una quejumbrosa colina ni como una desinhibida duna. Ella teme, le teme a todo. Ella tiene miedo de hablar y hasta de pensar. La veo a veces sentada tomando desayuno y me asaltan pensamientos tristes. Ella no me mira porque le da miedo compararse conmigo. Se toma su tiempo para terminar una taza de café con leche interminable. Puede que yo peque de pretenciosa, no lo sé. Le pido que me espere para retirarnos juntas al hospital y se niega, dice estar muy apurada. Le creo y se va. En realidad no le creí pero me hice la desentendida para no caerle tan mal. Me siento discriminada a pesar de intentar ser solidaria. Mas bien pienso que si yo fuera tan fea como ella, me hubiera esperado para irnos juntas, y hasta me hubiera contado algunos chistes por el camino.

- No estarás exagerando? Tal vez ninguna de ellas piense en ti siquiera.

- Ese es el problema, Richmond.




5 comentarios:

  1. Muy lindo escrito.
    Un beso.

    ResponderBorrar
  2. Bonito relato Fermina, me agrada la referencia de las colinas y las dunas, y la diferencia entre ellas y nosotros, tiene elementos profundos y para reflexionar.
    Qué mala onda con la niña del relato, creo que en ocasiones nosotros mismos nos limitamos, un servidor por mucho tiempo se sintió inconforme con lo que era, hasta que descubrí muchas bondades de mi ser y en este momento me siento más en armonía con mis virtudes y defectos.
    Saludos!!..

    ResponderBorrar
  3. Adoro

    tus

    imágenes

    y

    alucinaciones

    ResponderBorrar
  4. Anónimo12:41 p.m.

    Sólo en el sueño tenemos chance Rocinante, pero no te quedes para siempre en el hipódromo...

    ResponderBorrar

Gracias por comentar.