domingo, 6 de enero de 2013

Sueño cuatrocientosmil





A veces quisiera tener hijos y ser muy pobre y sentir esa felicidad. Pasa que la mayor parte de mi vida me la he pasado aparentando y eso se volvió un juego muy aburrido. Pasa que la mayor parte de mi vida me la he pasado viajando de un alma a otra sin salir de mi cuerpo. Se acaban los veranos y los inviernos y el sol sigue siendo el mismo. Y las solitarias estrellas nos miran desde arriba queriendo moverse y besarnos. En particular una solitaria estrella nos mira y quiere devorarnos a besos. El mar, la playa, la noche son cosas que no pueden estar nunca separadas. Son cosas que se han hecho para narrarse en infinitos cuentos y poemas, para contarse en infinitas bocas. A veces quisiera amar con prontitud y vehemencia y ser una mujer tenaz. A menudo me pregunto... entonces qué hago? Y para decidir tengo que lanzar dados, darle privilegio al azar antes que al raciocinio, porque la verdad ya no sé.
Ayer soñé que la última mordida que le di a mi amado dejaba una huella profunda en él, y que el amor, en vez de deslumbrarse, se retorcía de vértigos, de tanto hecho sobrenatural.






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