jueves, 24 de enero de 2013

La risa que ladra








Me he vuelto a equivocar, y parece que en el fondo veo una risa que ladra.
Ayer tuve una pesadilla que no pude contar y que se me cuece en el cerebro como un puré de amargas habas malholientes.
Hubiese querido tener la longitud de las vías amarillas, sus luces, su ascetismo.
Se me hizo tan difícil traspasar el umbral agreste de lo desconocido y terminé perdiendo como los grandes, como los grandes perdedores.
Pero hay algo que solo sabemos algunos losers: morir.











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