domingo, 6 de enero de 2013

Un poema del 2010





Te vió mi madre
caminando hacia abajo
mi chico extraterrestre.
Solo ver el mar me da calma,
tus ojos de mar.

Te vió esgrimiendo la cabeza
de acero
dentro de los agujeros
insólitos de un planeta,
cavar fosas coloridas,
llamarle cementerio
a un aro reluciente
a un halo de luz
de tu voz.

Ibas dándole a la calle
ese peso mezquino
de tu mano izquierda.
Calma de buey.

Te ha visto mi madre
y yo he visto en el mar
una calma,
una tranquilidad ciega.


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