martes, 4 de diciembre de 2012

III





        He pasado toda la mañana prendida de la televisión esperando ver la publicidad en la que sale esa familia. Desperté como a las 6 de la mañana, este domingo de ojos aguados, cuando todos afuera aún dormían y prendi la tele sabiendo con anticipación que lo único que iba a encontrar era algún programa de música folclórica o tal vez, la transmisión de la misa dominguera de siempre, a la que acude muchísima gente, ninguno de ellos parecido a mi, y me parece raro pensar en esto, en que toda esa gente que despierta los domingos temprano padre, madre, hijo, hija a la vez, son una sola persona que despierta, se baña, se toma un juguito, se alista, se pone guapa y sale a la misa para quien sabe qué, con sabe qué misión, y ahora pienso, al imaginarme a padre madre, hijo e hija a la vez, pienso cuál será su primer sentimiento en la mañana, su deseo, risa o malestar. Acomodé la cama y me desparramé en ella, y el desayuno lo comí tan rápido que hasta dudé si lo preparé yo misma o alguién más, aún gozando de la más estridente soledad. 
Sin darme cuenta vino el sueño, y con él una pesadilla que dudo en contarles porque podrían pensar de mi qué rara. En realidad, no hay nada que perder...




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