miércoles, 10 de julio de 2013

2013



El precio que me he puesto siempre ha sido muy bajo. Pero eso no es lo sustancial, lo sustancial radica en el hecho de haberme puesto un precio cuando lo natural era dejar que los árboles, el viento, las estrellas se ocupen de ello y que yo, sin más ni menos, me dedique a caminar a la merced de aquellas cosas invaluables de la vida y me sienta una más dentro de su territorio.

Junto a mi principal equívoco también he descubierto otro error: he depreciado todas las cosas que no tenían explicación, las he cogido y las he arrumado a los pies de mi cama (lugar favorito) pensando que ellas solas se levantarían, suponiendo o dando por hecho que mi eterna hibernación en el desgano se transformaría de pronto en algo bello y por fin me libraría de la fuerza malévola que me ata al cautiverio, a la soledad sin fondo ni forma.

Aquellas cosas sin explicación se han ido muriendo sin darme cuenta, las veo agonizar a mis pies y soy incapaz de mover un dedo a su favor, tiemblo al verlas y soy incapaz de inclinar una mirada decidida a liberarlas, a darles una muerte digna. 

Hay una flor inquieta que cree puede ser mi única fuente de vida ahora. Yo la omito, la borro de mi viejo diccionario.






3 comentarios:

  1. Nada es trivial en esta vida. Si vas a aniquilar la ilusión en esa flor inquieta que yace a tus pies, estás perdiendo el sentido de lo poco que puedas valorar en tu vida, esperando respuestas que nunca llegarán y que en verdad no necesitas para seguir.

    ResponderBorrar
  2. Tu estilo es muy original, coloquial y humano. El impulso que toman tus palabras en el blog desembocan en una rima estética que destaca sobremanera. Sigue en lo tuyo, Silvana. Un abrazo.

    ResponderBorrar

Gracias por comentar.