Provenimos de una parte del mundo en donde pueden confundirse los aplausos con las risas o con el ruido del mar. De ser un objeto sólido sin vida, puedes pasar a ser una planta o un insecto en un abrir y cerrar de ojos. No tenemos fronteras, somos apátridas, por eso cuando se celebra alguna fecha especial en algún lugar, tratamos de ir al baño para leer almanaques o libros bastante digeribles.
Nos gusta el ruido en volumen bajo, nos gusta la danza clásica y pausada, el buen moverse, el respirar bajo el agua. Nos apasiona conversar sobre la relación entre el cosmos y la comida, y nos es de buen agrado estar solos, de tarde, cuando necesitamos compañía.
A menudo hacemos fiestas en el cuarto de alguno de nosotros y bailamos con cada uno de sus peluches. Bebemos apple martini, y simulamos cantar ópera para meditar y para reirnos de nuestras sombras abriendo enormemente la boca a contraluz.
Una vez, un niño de los nuestros sostuvo un fósforo encendido entre los dedos durante cinco minutos. Le tuvimos que pedir que se vaya para siempre.
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